El alma se cansa, la vista se nubla, la ilusión se ahoga y las palabras se diluyen con la misma facilidad que el papel bajo el agua.
Tal vez este es el final, aunque no el final de sus vidas. Tal vez el destino los unió únicamente para ayudarse a recoger los pedacitos de corazón que otros quebraron. Y tal vez, en un futuro, se encuentren y se juren amor eterno, aunque su eternidad dure a penas una palpitación.
Pero esa ya es otra historia.
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