Caminó desde
la puerta hasta el lecho y la abrazó, lloroso, al ver en sus ojos una cordura
que no había tenido en años y, que una vez separados volvió a perder para no
recuperar jamás. Ese día ella murió. Cuatro años después murió una extraña que
llevaba su nombre.
:o ohh que extraño pero llamativo - me encanta tu estilo de escribir- sigue asi .- Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra ^.^
Eliminar¡Guau! Me has dejado con la piel de gallina con este microcuento, pero me ha encantado. Tienes una forma de escribir increíble y es una de las cosas por las que me quedé en tu blog ^^
ResponderEliminarGracias! :3
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