Juntos



Nos vimos, sigilosa me acerqué. Sonreía y yo también.

Decidida, fui hasta él. Hasta sentir el olor a hombre estremecerme, hasta recibir su respiración agitada, hasta mirar sus labios, cerrar los ojos, percibir sus manos sujetándome el rostro con dulzura, tocar sus labios con los míos y empezar una danza; de esas que no tienen hora, con la coreografía impresa en las entrañas.

Custodiada entre sus brazos, coloqué en sus labios dos palabras mágicas que cortaron el beso y resonaron por todo su ser.

Y así, habiéndose alimentado el alma, estos dos extraños partieron por la vida en busca de aventuras maravillosas y en busca de una razón para estar, hasta el último aliento juntos.




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