Me siento perdida en éste mundo carnal, intentando
comprender el banal significado de un cuerpo y un número llamado cuenta
bancaria. Pero eso está más allá de mi entendimiento, más allá de la puerta
estrecha que conecta mi dimensión con la del resto de mortales, así que no
indago.
Podría retraerme escribiendo por horas, porque a veces el
poco sentido que tienen mis cuentos son lo único que tiene sentido en mi vida.
También podría irme a vivir en el exilio de alguna cabaña al lado de un lago en
medio de los suburbios por siempre, sería más que feliz conmigo misma nada más
de compañía. Poder vivir en mi mundo de ilusiones sería soñado y, deshacerme de
toda carga laboral, física o carnal; para encontrarme a mí misma fuera de esta
orbita, como mi alma ya lo está.
Siempre me he preguntado por qué la mayoría de escritoras
relatan grandes amores y terminan muriendo muy solas. Pero creo que ya me
respondí.
Sin embargo, yo te tengo a ti y eso impide que me vaya
fuera de foco, que me aleje del mundo y que viva sólo para mí; perdidamente
enamorada de algún galán de cuento. ¿Para qué inmortalizarlo a él; alta valla,
modelo de hombre, que sólo existe en mi imaginación?
Y ¿para qué dejar ir, tú,
hombre, el mejor de los negocios que jamás harás; si yo a ti, te prometo la
inmortalidad y más?
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