¡Oh, hija mía!


Ojos rojos, cabello grasoso, poros abiertos, uñas comidas, olor a… quién sabe.

«Este es drogadicto» pensé.

—Buenas —dije firme, pero le di la mano con asco. Tenía pinta de haberse acomodado las bolas hacía poco.

—Un gusto, señor —asintió con la cabeza.

—Y bien —tenía que ser el plomero —¿cómo funciona la ducha?

—¿Perdón?


—Qué si has probado la ducha… no funcionaba bien esta mañana.

—¡Ah! ¡La ducha! No he tenido tiempo de bañarme aún…

—¿Bañarse? —de nuevo, ¿quién mierda era este tipo?

Inhalé hondo, apoyé ambas manos en la cintura, miré al techo y luego al suelo.

—Perdón, creo que no nos han presentado —lo miré extrañado —soy el novio de su hija.

Crucé los brazos.

—¡Vaya! Eso es sorprendente —ahora fue su turno de mirarme extrañado —porque yo no tengo ni hijos ni hijas.

Pronto, una voz femenina, que reconocí, se escuchó de lejos.

—¡Cariño ven! ayúdame a abrir este frasco.

Automáticamente ambos, “mi yerno” y yo, nos movimos como un par de animales idiotas atrás de un hueso, hasta llegar a la puerta de la cocina. Nos miramos incrédulos y no entramos.




2 comentarios:

  1. ¿Es parte de un cuento? Por que es bastante bueno; me a causado un poco de gracia.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias!! :( y no... no es parte de ningún cuento "grande", se me dan los micro relatos.
      :) vaya... hace algún tiempo que no me pasaba. He estado por tu blog y veo que eres nueva en esto, Bienvenida! <3

      Eliminar

Me encantaría recibir un comentario tuyo <3