Despertar



—Por favor. 
—No, no puedo aún —contesté. 
—Hazlo por mí —susurró en la oscuridad. 
—Que no molestes he dicho… 
Con los ojos como platos desde hacía más de una hora, resignada, me senté en la cama y dejé que el violeta amanecer me abrazase. Luego, una luz blanca de forma rectangular me cegó, la inspiración revoloteó por mi estómago y empecé a escribir.



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