Sentada en
un cómodo sillón dentro de una oficina empezó lo que yo creí era el fin de mi
vida. Llegaste sin ajetreos junto con tu abogado y empezamos a repartirnos los
bienes. Tú, tan seco como siempre y yo intentándolo; aunque no podía evitar que
se deslizara una que otra lágrima por debajo de las gafas de sol que llevaba
puestas.
La verdad, no
sé cómo pudiste dejarme por esa perra secretaria. Ni siquiera supiste decírmelo
a la cara, me mandaste el papel del divorcio a mi oficina con tu abogado. No
quisiste verme, ni siquiera cuando fui a mover mis cosas de la casa que
compartíamos.
Recién ahora
me doy cuenta que tú eras mi todo; sino no me sentiría así; pero la verdad era
que no tenía nada, porque ahora que lo pienso no eres nada.
Tal vez
hubiese sido distinto si me hubieses encarado como un hombre de verdad. Tal
vez, si te portabas bien te hubiese dado una oportunidad. Pero soy una buena
persona y por ende hay cosas que jamás te diré: como que los niños te odian,
como que el sexo nunca fue bueno, como que no eres apuesto, o como que tu
secretaria se folla al chico del parqueo o; tal vez, que el balance de tu
empresa, esa para la que yo trabajaba hasta ayer, no cuadra por nueve
millones.
—Disculpe
señora, ¿está bien? ¿desea un vaso con agua? Le estábamos preguntando si quiere
usted la casa de la playa. Estamos dispuestos a negociar —preguntó su
abogado.
—No,
descuida, que se la quede él. La va a necesitar.
Gracias por leer <3
Una mujer despechada es peligrosa... jajajajaja ;)
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